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  • Photo du rédacteurKatherine C. López

Tengo burnout? Como reconocerlo y como comenzar a aligerar el peso de la mochila de la vida


El síndrome del cansancio o estrés crónico, mejor conocido como burnout se conoce desde los años ‘70.

Antes, “exclusivo” a las personas que trabajaban en la salud, hoy se extiende a todas aquellas personas que viven una situación de tensión o de elevada presión durante un tiempo prolongado.

En el burnout se generan señales fisiológicas, psicosomáticas, conductuales y emocionales que desembocan en un colapso generalizado por lo que el acompañamiento debe ser global teniendo en cuenta al ser de forma holística.

A partir de cierto momento, el cuerpo, la mente, las emociones no aceptarán más ser pospuestos para hacer una pausa.


Han estado enviando señales a varios niveles y no han sido escuchados, señales como por ejemplo:

• aceleración de la frecuencia cardíaca

• aceleración de la frecuencia respiratoria

• problemas de digestión


Estas señales fueron subiendo el tono hasta que, frente a una nueva negación de tu parte a parar, a ocuparte de ti, a escucharte, se vieron obligados a colapsar para ser escuchados. En este estado los síntomas son:

• irritabilidad

• dolores de cabeza, jaquecas, migrañas

• problemas digestivos más fuertes

• susceptibilidad antes las infecciones

• estado de alerta continuo

• problemas de ansiedad, pánico

• alteraciones en la memoria


Todo esto puede muchas veces generar o confundirse con una depresión por lo que es muy importante hacer un diagnóstico diferencial.


¿Qué está pasando en tu cuerpo?

A nivel fisiológico el estrés viene como una respuesta del organismo que ayuda a enfrentar una situación de tensión o de elevada presión, por lo que el estrés en sí, es positivo.


Cuando vivimos una situación de tensión pasaremos por 4 estados:

• Alarma

• Resistencia

• Cansancio

• Recuperación/resiliencia


El problema llega cuando este estado de alerta se prolonga en el tiempo. Es ahí donde el cortisol (hormona liberada por las glándulas suprarrenales) se convierte en protagonista, ya que es liberado en exceso impidiendo al organismo una recuperación apropiada. Por lo que los daños comienzan a ser irreparables, afectando por ejemplo a las neuronas de la memoria, e inhibiendo la secreción de ciertos neurotransmisores (dopamina y serotonina).


En lo que concierne a lo psicoafectivo, la dopamina y la serotonina juegan un rol muy importante en:

• la motivación

• el sueño

• la ansiedad

• el humor y sus cambios

• la atención y el aprendizaje

• el miedo

• la agresividad

• los problemas alimenticios


¿Qué hacer, por dónde empezar a “poner orden” en este caos?

Lo primero es descansar, esto es absolutamente fundamental. No hablo de una pausa, una siesta un día, sino que hablo de dormir, de descansar, de “apagar” el “sistema operativo”, la cabeza, el cuerpo y las emociones como requisito para poder entrar en un estado de recuperación profunda. Para ésto es necesario sentir que esta pausa es imprescindible para recargar desde cero las baterías. Y esto no se logra con una semana, un mes, sino que es una restructuración a todos los niveles de nuestro ser. Hay que olvidarse, sacarse de la cabeza la idea de volver a ser la misma persona de antes. ¡Te cuento que ésa persona no va a volver y por suerte!


A partir de este momento estás lista/o para comenzar un camino de deconstrucción y reconstrucción de la persona que eras antes y en la que te estás transformando ahora.

Un camino de aceptación, de escucha de las sensaciones y emociones, un trayecto lleno de exploraciones a nivel corporal, emocional y que te incita poco a poco a reencontrarte con tu Ser.

Este lugar de escucha, es un lugar de respeto donde la vida se vive desde otro ritmo. Un ritmo que lo van a marcar tu cuerpo, tus sensaciones, tus emociones. Un ritmo que te va a llevar a vivir en el aquí y ahora integrando cada experiencia vivida como única. Vivir desde el sentir y no desde el deber.


Las flores de Bach pueden, al tratarse de una terapia emocional, acompañarte en este momento.


De las 38 flores existentes te propongo las siguientes:

Oak, si estas pasando por un momento en el cuál no puedes frenar. Como una locomotora, seguís y seguís aunque el cuerpo manifieste síntomas y aunque las emociones estén a flor de piel. Es un impulso que viene desde lo más profundo y Oak te va a permitir comenzar a relajar las tensiones, a tomar consciencia que hacer una pausa va a ser, a largo plazo, lo más sabio para poder retomar luego con más fuerzas y más ganas.


Si por el contrario, te estás sintiendo sin aliento a la hora de continuar, si hay una sensación de desbordamiento y eso está minando tu autoestima, Elm será la flor aconsejada para este caso ya que te permitirá tomar distancia de las tareas y comenzar a darles una prioridad sin por ello poner en jaque tus capacidades.


Cuando se trata de comenzar a recuperar fuerzas, Olive podrá venir a socorrerte, aportándote fuerza, vitalidad y fortaleciendo tu organismo. Olive va a actuar frente al agotamiento físico, así como al agotamiento psicoemocional permitiendo la recuperación de la energía a todos los niveles.


Cuando el agotamiento trae consigo pensamientos negativos que te invaden de tal manera que no te permiten ver claramente la situación, Sweet Chestnut, podrá auxiliarte y permitirte entrar en la energía de la aceptación para luego aceptar este aprendizaje y abrirte a lo que sea que está delante de tí. En el caso del agotamiento, puede que la necesidad de descansar sea vivida como algo negativo.


Una flor que resuena en muchas personas a las cuáles les han diagnosticado el agotamiento crónico es la Impatiens. Como su nombre lo indica, se trata de la Impaciencia, la cuál te acompañará en el proceso de curación ayudándote a contactar con su opuesto. El desarrollo de la paciencia te ayudará a sobrellevar el proceso de curación lo mejor posible. De nada sirve ponerse impaciente en estos momentos ya que el efecto será el inverso al deseado, retardando el proceso mismo.

La Impatiens permitirá así, relajar, soltar esta impaciencia, mejorando la capacidad de comunicación consigo mismo y con el entorno.


Por último, una flor muy importante, para mí, en este proceso de recuperación del agotamiento crónico, es la White Chestnut. Ella, te acompañará si estás viviendo rumiaciones constantes que no te permiten parar de pensar. Si estás todo el tiempo intentando encontrar soluciones, dando vuelta una y otra vez las situaciones, ésto te consume la energía y no te está permitiendo vivir en el aquí y ahora. Es importante tener presente que el descanso es fundamental y que comienza “parando" lo mental.


Te comparto este testimonio de alguien que ha vivido el burnout en primera persona, espero te ayude a comprender que no estás sólo/a.


“Según mi experiencia, la cuesta abajo en la curva del burnout está entrabada por la dificultad de "darse permiso", de aceptar que ahora es MI turno de cuidarme. La frase clave aquí es “ponerse en prioridad”. Creo que éste es el desafío más grande del burnout puesto que uno tiene el reflejo de seguir por la misma vía porque no llega a ver claramente la posibilidad de funcionar de otra manera. Todo nuevo comportamiento que haya eventualmente que integrar, se percibe como una sobrecarga que se agrega a la ya existente. No queda otra opción que seguir ocupándose de la rutina, con las tareas y el trabajo que eso implica… sino, ¿quién lo va a hacer?. Tomarse un simple momento de descanso, una siesta se percibe como un retraso en la ejecución de tareas y por ende de resultados, con la consecuencia evidente de acumulación de trabajo. ¿Cómo parar? ¡¡¡La única manera es dándose la prioridad a uno mismo!!! y nadie, pero nadie, por más que nos ame, puede hacerlo en nuestro lugar… Gabriela, 46 años”


Para terminar, te propongo un ejercicio que consiste en remplazar el “Yo debo”/“Tengo que” por el “Yo quiero”/”Yo elijo” tomado del libro de Marshall B. Rosenberg en CNV (Comunicación no violenta), “Las palabras son ventanas (o son muros)”.


El mismo consiste en:

• Realizar una lista con todas la tareas o situaciones que comienzan por un “yo debo…” o un “tengo que…”

• Una vez terminada, tomate un momento para leerla y rectificar (agregar/ sacar situaciones) • Ahora reescribí esta misma lista comenzando las frases por “yo elijo…”

• Tomate nuevamente un momento de relectura de esta nueva lista para ver y sentir lo que cada frase produce en ti, es decir, como resuenan las frases escritas de esta manera

• Vé frase por frase encontrando la intención que se esconde detrás, luego completa la frase con “porque yo quiero…”

• Al finalizar del ejercicio ¡felicítate!. Has dado un paso muy importante!


Cuando tenemos integrado en nuestro funcionamiento el “yo debo” o el “tengo que” tenemos que ser conscientes que éstas son palabras que están cargadas de culpa, de vergüenza, de deberes y de obligaciones.

Por lo que cada vez que realizamos algo teniendo alguna de estas premisas delante, todo ese peso, esa carga, va a venir también a sumarse en nosotros, ya sea como una mochila que cargamos en nuestras espaldas (con todas las tensiones que ello implica), como una presión en el pecho que no deja respirar (respirar es una necesidad fundamental para permanecer vivos), o como un sentimiento de contradicción interior que se genera por la obligación de realizar una tarea que no genera placer.

Todo esto lleva a vivir la vida desde el esfuerzo.


Muchas gracias! Esperamos tus comentarios

Katherine

Colaboradora, Gabriela C.

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